En el amanecer del 9 de abril, el Pastor Dietrich Bonhoeffer, quien, el día anterior, había dirigido un servicio religioso a petición de los demás presos, fue ejecutado en la horca.
Debió desnudarse para subir al cadalso.
Sus últimas palabras fueron “Este es el fin; para mí el principio de la vida”.
El doctor del campo (testigo de la ejecución) anotó “Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios”.
Este es nuestro homenaje a este valiente siervo de Dios.