A UN AÑO DE LA TRAGEDIA DE ONCE.

miguel-nunez

Miguel Núñez, Yibán para sus amigos.

Tenía 24 años y era periodista.

Le gustaba mucho la música.

Era un joven miembro de la Iglesia Bautista de Ramos Mejía.

Viajaba en la Línea Sarmiento del Ferrocarril. Hace un año partió a la presencia del Señor junto con otros 51 argentinos.

Seguimos buscando justicia ante el desprecio por la vida humana y la falta de cuidado de cada ser humano que vive en este país.

Continuamos pidiendo a Dios el consuelo que sólo viene de Él para Gaby y Magda, su hermana y madre respectivamente y para todos los que sufren el dolor de haber perdido sus seres queridos.

Hoy le recordamos mediante un artículo escrito por Cynthia Bollatti, Presidente de ABA Jóvenes, amiga de Miguel y miembro de su iglesia.

A UN AÑO DE LA TRAGEDIA DE ONCE.

A UN AÑO SIN LA PRESENCIA DE MIGUEL NUÑEZ (YIBAN) Y DE 50 ARGENTINOS MÁS.

Escribe Cynthia Bollatti. Presidente de ABA Jóvenes. Amiga de Miguel Núñez.

“No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha.” Gálatas 6:7

Si bien uno siempre está pendiente del proceso y los pasos que se van dando, en el ámbito judicial y social, en cuanto a la Tragedia de Once, al acercarse la fecha del primer aniversario comencé a prestar un poco más de atención a todas las entrevistas y notas que los familiares iban dando.

A esto se le iban sumando entrevistas de familiares que han sufrido otro tipo de tragedias, ya sea por indiferencia de los gobiernos, por problemas de seguridad, por imprudencia de los involucrados, etcétera.

Y a la conclusión que llegaba una y otra vez es que es muy triste escuchar a tantas personas reconocer que viven con odio y rencor. Es triste porque cuando estos dos sentimientos están presentes, entonces la paz y el perdón no tienen lugar.

No quiero juzgar ni opinar sobre estas personas. No es mi lugar, ni el de nadie. Y a fin de cuentas, están en todo su derecho de sentirse así.

Pero esto me lleva a agradecer a Dios por lo que significa en nuestras vidas de manera práctica.

La Tragedia de Once no fue una tragedia más para la vida de la Iglesia de Ramos Mejía. Significó la partida a la presencia del Señor de una persona muy importante para el grupo de Jóvenes, como lo fue y seguirá siendo Miguel Núñez (Yibán).

Pero entre nosotros están su mamá y su hermana. Dos ejemplos de lo que Dios puede hacer en la vida de aquellos que ponen su confianza en Úl. Porque su esperanza no está puesta en la justicia de esta tierra (aunque todos la buscamos), sino en aquella de la cual nadie va a poder escapar, y la que contará por la eternidad.

Hoy, una amiga compartió conmigo un devocional sobre este tema, y quiero compartir algunas frases que me parece describen este sentimiento:

“Dios es conocido, entre otras tantas cualidades, como un Juez Justo, quien preside sobre la tierra. Aunque las injusticias y la maldad de este mundo pueda parecer que quedaran impunes, Dios es el guardián de la justicia, y Úl será fiel en llevarla adelante y defenderla.

Aunque no siempre parezca así, especialmente cuando somos afectados de manera personal por el pecado de otro. A veces parece que la injusticia prevalecerá. Pero en su perfecto tiempo, y de acuerdo a su perfecto plan, la injusticia será llevada a la luz, conocida y juzgada. Nadie se sale con la suya realmente. De una u otra forma se hará justicia. Y esta es una de las tantas maneras en que el incomparable carácter de Dios es expresado”.

Así que estamos tranquilos en esta verdad, sabiendo que el Señor no es deudor de nadie; y eso nos trae paz.

Mientras esperamos esa justicia, podemos cantar con gozo las palabras de estos dos himnos, porque no son solo palabras lindas, sino una realidad en cada momento de nuestras vidas.

 

¡Feliz, cantando alegre,

Yo vivo siempre aquí;

Si Úl cuida de las aves,

Cuidará también de mí!

 

“Nunca te desalientes”,

Oigo al Señor decir,

Y en Su palabra fiado,

Hago al dolor huir.

 

A Cristo, paso a paso

Yo sigo sin cesar,

Y todas sus bondades

Me da sin limitar,

Y todas sus bondades

Por siempre me ha de dar.

 


 

Tu poder me ayuda cada día

A vencer en la tribulación;

Tengo fe, pues tu promesa es mía;

Gozaré de tu consolación.

 

Si el afán y la aflicción me llegan,

Estará tu mano junto a mí,

Y después, en la postrera siega,

Moraré ya junto a ti. Amén.

 


 

“Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor.” Jeremías 31.13

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