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Confesión de Fe Valdense – 1544

Cruz Hugonota

Cruz de Hugonotes

Confesión de Fe de los Valdenses

Año de nuestro Señor 1544

1. Creemos que hay un solo Dios, que es Espíritu – el Creador de todas las cosas – el Padre de todo, quién es sobre todo, y por todo, y en todo; el cual debe ser adorado en espíritu y en verdad – del cual dependemos continuamente, y a quien rendimos alabanza por nuestra vida, alimento, abrigo, salud, enfermedad, prosperidad, y adversidad. Lo amamos por ser la fuente de toda bondad; y lo reverenciamos pues es el ser sublime, que escudriña y prueba los corazones de los hijos de los hombres.

2. Creemos que Jesucristo es el Hijo e imagen del Padre – que en Él habita todas la plenitud de la Deidad, y que solamente por Él conocemos al Padre. Él es nuestro Mediador y abogado; y no hay otro nombre dado bajo el cielo en el cual podamos ser salvos. En Su nombre solamente acudimos al Padre, sin utilizar otras oraciones que las que están contenidas en las Sagradas Escrituras, o las que estén sustancialmente en concordancia con ellas.

3. Creemos en el Espíritu Santo como el Consolador, que procede del Padre, y del Hijo; por cuya inspiración somos enseñados a orar; siendo renovados por Él en el espíritu de nuestras mentes; quién nos hace nuevas criaturas para buenas obras, y del cual recibimos el conocimiento de la verdad.

4. Creemos que hay una sola iglesia santa, conformada por la asamblea de los elegidos y fieles, que han existido desde el principio del mundo, o que existirán hasta el fin. De esta iglesia el Señor Jesucristo es la cabeza – es gobernada por Su palabra y guiada por el Espíritu Santo. En la iglesia es necesario que los Cristianos tengan comunión. Por ella Él [Cristo] intercede sin cesar, y Su oración por ella es la más aceptable ante Dios, sin la cual de hecho no habría posibilidad de salvación.

5. Sostenemos que los ministros de la iglesia deben ser irreprensibles tanto en vida como en doctrina; y si se prueba lo contrario, ellos deben ser depuestos de su oficio, y ser sustituidos por otros; y que ninguna persona puede presumir de tomar este honor para sí mismo sino aquel que es llamado por Dios como lo fue Aarón – que los deberes de los tales son alimentar el rebaño de Dios, no por lucro, o como teniendo dominio sobre la herencia de Dios, sino como ejemplos para el rebaño, en palabra, en conversación, en caridad, en fe, y en castidad.

6. Aprobamos, que los reyes, príncipes, y gobernadores, son los ministros designados y establecidos por Dios, a los cuales tenemos que obedecer [en todo asunto legal y civil]. Porque llevan la espada para defender al inocente, y castigar al que hace lo malo; razón por la cual debemos honrarlos y pagarles tributo. De este poder y autoridad, nadie puede excluirse como fue manifestado en el ejemplo del Señor Jesucristo, el cual voluntariamente pagó el tributo, sin tomar sobre sí mismo jurisdicción alguna o poder temporal.

7. Creemos que, en la ordenanza del bautismo, el agua es el signo visible y externo, que representa aquello, que por virtud de la operación invisible de Dios, está dentro de nosotros – es decir, la renovación de nuestras mentes, y la mortificación de nuestros miembros a través de [la fe de] Jesucristo. Y por esta ordenanza somos recibidos en la santa congregación del pueblo de Dios, habiendo profesado y declarado nuestra fe y cambio de vida.

8. Mantenemos que la cena del Señor es una conmemoración de, y en agradecimiento por, los beneficios que hemos recibido por Sus sufrimientos y muerte – y que debe recibirse en fe y amor – examinándonos a nosotros mismos, de forma que podamos comer el pan y beber de la copa, como está escrito en las Sagradas Escrituras.

9. Sostenemos que el matrimonio fue instituido por Dios. Que es santo y honorable, y no debe ser prohibido a ninguno, si no hay obstáculo de parte de la palabra divina.

10. Aseguramos, que todos aquellos en los cuales habita el temor de Dios, serán guiados a agradarle, y a abundar en buenas obras [del evangelio] las cuales Dios ha preparado de antemano para que andemos en ellas – las cuales son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, gentileza, sobriedad, y todas las demás obras buenas a que se exhorta en las Sagradas Escrituras.

11. Por otro lado, confesamos que consideramos nuestro deber cuidarnos de los falsos maestros, cuyo objetivo es desviar las mentes de los hombres de la adoración verdadera de Dios, y llevarlos a poner su confianza en la criatura, a la vez que se apartan de las buenas obras del evangelio, y ponen atención en las invenciones de los hombres.

12. Tenemos al Antiguo y Nuevo Testamento por nuestra regla de vida, y concordamos con la confesión de fe [usualmente llamada] el Credo de los apóstoles.